Mark and Lisa |
—
¿Documentos?
—Mas
que lista — respondí con una amplia sonrisa.
—
¿Nombre?
—Chelsea
Sheridan —
Diego me sonreía y los cuatros nos preparábamos para
abordar un avión. Estaba nerviosa no sabía la sensación que esto implicaba. Por
otro lado me moría de miedo. De pronto una voz familiar, ya que cada pocos
minutos volvía a escuchar, nos indico que era nuestro turno para abordar.
—Andando
— Dijo Mark y todos lo seguimos.
Llego
al túnel que nos llevaba a nuestro transporte, mostro sus documentos y sin
ningún percance continuo su ruta. Después siguió Lisa, sucedió lo mismo y ella
continúo su camino. Ahora era mi turno.
—
¿Boleto? — Me dijo la chica morena. Y yo le ofrecí mi pasaje. —Me puedes
mostrar una identificación y tu pasaporte. —Ahora le entregue lo que me
solicito —Puedes pasar. Feliz viaje —Concluyo con una sonrisa.
Mi
corazón latía al mil, pero yo aun no me sentía aliviada hasta llegar a mi lugar
asignado, que compartiría con Lisa. El túnel se me hizo extremadamente largo,
casi parecía imposible llegar al extremo cuando una voz me grito.
—Señorita,
señorita. Por favor regrese —
Maldita
sea. Maldita sea. Retrocedí mi paso y regrese fingiendo tranquilidad.
—Dígame
— Dije nerviosamente.
—Olvido
su bolso, aquí tiene — Me tendió mi bolso, que efectivamente había olvidado.
—Gracias
—Suspire con una sonrisa. Y continúe mi camino. Por fin llegue al asiento que
estaba contiguo a Lisa. —Por poco —Susurre.
Lisa
era una persona de pocas palabras, así que mi viaje a lado de ella sería un
poco aburrido. Además de las complicaciones entre ella y yo. Ella también lo
sabía así que tomo sus auriculares y se limito a escuchar música. Yo la imite y
me sumí en un sueño profundo.
El
avión hizo varias escalas por varios países. Hasta que por fin llegamos a una
parte de América. Yo no tenía ni la menor idea de donde me encontraba. Mire por
la ventanilla, era de noche y estaba lloviendo. No me pareció extraño, en la
playa solía llover a menudo. Lo que me extraño fue sentir escalofríos, como
cuando tenía fiebre, toque mis manos y estaban realmente frías y agarrotadas.
Las estire pero no recupere el calor de ellas.
—Hemos
llegado al fin — Dijo Lisa con voz tenue
—
¿Dónde estamos? —
—Me
parece que Seattle —
—
¿Seattle? — Mi voz sonó repentinamente fuerte. — ¿Washington?
—Creo
que sí, la verdad no sé. Solo sé que estamos en Estados Unidos — Dijo mientras
se estiraba y daba un fuerte bostezo.
—Esto
es increíble— Dije para mis adentros — ¿Sabías que Seattle es uno de los
lugares más fríos de este país?
—Eso ya
lo note. —Se abrazó las piernas — ¿Tu como lo sabes?
—La
Geografía es mi materia favorita — Dije orgullosa.
Ella no
respondió.
La
aeromoza nos indico que saliéramos de nuestros asientos en orden, todos
obedecimos. Al final del túnel nos deseo buena estancia.
Ahora
los cuatro, nos dirigimos a una de las muchas cafeterías, a beber algo
caliente. Estuvimos por alrededor de una hora en el aeropuerto hasta que Mark
consiguió lugar en un hotel de allí mismo. Por fin salimos y tomamos un taxi en
dirección al dichoso hotel.
Cuando
llegamos Mark, nos asigno un lugar a cada quien. Estableció simples reglas para
llevarnos bien durante esta breve estancia. También nos indico un nuevo plan de
vida. Por llamarlo así.
—Bien.
Ahora tenemos todo un mundo de posibilidades y lo primero que haremos es…
brindar con un delicioso Champagne —Lisa nos sirvió en unas ligeras copas.
—Por
nuestra nueva vida — Anuncio Diego.
—Por
nuestra nueva vida — Todos respondimos al unisonó.
—Perfecto,
el plan es el siguiente —Continuo Mark — Cerca de aquí existe un pueblo llamado
Forks, es insignificante. No tiene mucho turismo, más que visitas al bosque y
cosas de excursionistas. Nos estableceremos ahí, viajaremos a menudo a Port
Angeles, es una ciudad pequeña pero de gente rica—se dirigió a Diego y a mí —
Ustedes dos serán un par de hermanos, y nosotros sus tíos. La versión que darán
es que sus padres han muerto. Traten de no equivocarse, es común que se den habladurías
en pueblos chicos. —Mark trazaba una ruta en un mapa mientras nos explicaba — Esta
todo planeado, tenemos una pequeña casa a las orillas del bosque, es un poco
apretada pero debemos acostumbrarnos a vivir juntos —Ahora se dirigió a Lisa y
a mí.
—Pero
Mark, habíamos acordado que yo volvería a la escuela — Dijo Diego un poco
disgustado.
—Aun no
lo sé Diego… yo necesito que enseñes a esta niña a laborar como se debe —Dijo
Mark
—Ya lo
sé, pero puedo hacer las dos cosas, ella aprende rápido.
Mark no
contesto y por su expresión eso significo un ‘no’ rotundo.
Llevábamos
un día entero desde la noche que nos hospedamos en este lugar y Mark había
llegado con un contrato firmado por la compra de una pequeña casa en Forks. La
firma correspondía a la de una tal Esme Cullen.
—Es
hora de irnos —Dijo con entusiasmo Diego. —Yo escojo la recamara más grande —
Tardamos
aproximadamente una hora en llegar al pueblo de Forks, una localidad rodeada de
bosques, todo era verde. Era tan hermoso el paisaje. Por fortuna era tan
céntrico, el hospital, el instituto, el centro comercial, todo estaba junto al
otro. Sería difícil perderme.
Cuando
llegamos a nuestro nuevo hogar, una mediana casa con ventanales y un pequeño
jardín bien cuidado, le daba un toque muy acogedor. No quise esperar mucho y
baje de inmediato del nuevo auto de Mark y corrí en dirección a la puerta.
Todas las pertenencias con las que contábamos era gracias al gran aporte que
había dado a Diego la noche de la huida. Aunque yo contaba con un poco para mí.
Al
entrar, descubrí unas escaleras de madera en forma de caracol, que le daba un
toque elegante al lugar, de mi lado izquierdo estaba una sala blanca con
cojines grises que le daban mucha luz a la sala, muebles pequeños otros
grandes, de lado derecho un comedor pequeño donde cabían solo cuatro personas.
Una cocineta nos esperaba al fondo, con muebles incluidos. Me dirigí escaleras
arriba esperando encontrar más. Y así fue, descubrí un amplio pasillo con
cuadros de pintores clásicos y tres habitaciones perfectamente acondicionadas,
aunque dos de ellas compartían baño. Diego había escogido, según él la mejor
que se encontraba de lado derecho con vista al bosque. Yo las veía igual, ambas
tenían un ventanal con una grandiosa vista. Una cama individual y todo lo que
una habitación debe tener.
—Es
fabulosa —Dije para mis adentros
—No has
visto la mía —Dijo con felicidad Lisa, desde el otro lado del pasillo. Fui en
dirección a ella. Cuando pude ver a detalle, realmente era aun mas fabulosa que
la mía, era amplia y entraba mucha luz, tenía un buen diseño y a simple vista
parecía muy cálida.
—Es
increíble— Felicite a Lisa que yacía tirada en la cama con una sonrisa de oreja
a oreja.
Sabía
que esta nueva vida constaba de un precio alto. Pero ¿Estaba dispuesta a
pagarlo? De ninguna manera lo pensaba hacer, tenía que llegar a un acuerdo con
Lisa o bien planear algo con Diego, que se encontraba aun molesto por la idea
de no ir al instituto.
Dos
días más tarde una discusión casi interminable entre Mark y Diego se extendió por
un par de horas, hasta que Diego por fin convenció a Mark para que tanto Diego
como yo estudiáramos. Me alegraba la idea, pero no la condición que suponía
Mark.
Se había decidido que
si estudiábamos entrabamos de lleno al negocio, y que sin importar otra cosa,
la prioridad era nuestro trabajo antes que todo. La idea por supuesto no me
agradaba pero no tenia de otra más que regirla, hasta poder escaparme de aquí.
Y lo lograría.
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